sábado, 28 de febrero de 2009

Etxeaundia, la historia continúa

Las paredes de este caserío sostienen más de 400 años de historia. Ahora sus dueños lo han restaurado mostrando una imagen moderna de un antiguo caserío.

28.02.09 - J. MARIEZKURRENA DV.| LIZARTZA.

A escasos doscientos metros del cruce de Orexa, en lo alto de uno de las lomas de la carretera que lleva a esta localidad de Tolosaldea, se encuentra el caserío Etxeaundia, de Lizartza. Grande, hermoso, señorial, con una peculiar decoración de madera, no pasa desapercibido. Mucho menos estos últimos días, desde que tras haber vivido una importante restauración muestra una fachada pintada de blanco, en la que destaca una madera renovada, que mantiene la antigua decoración y forma entramada. Y precisamente lo que hace que sea considerado por lo expertos como un caserío histórico es su estructura de madera.

La primera mención sobre Etxeaundia recogida en los libros del archivo histórico de Gipuzkoa data de 1601. Aquel año es denominado Etxeandia, apellido que aparece ya registrado en Lizartza en documentos de 1592. Precisamente según los escritos de esa época, tras el matrimonio de Miguel Etxeandia y María Uhintzia, los padres del esposo Joanes Etxeandia y Barbara Aguirre, les entregaron la propiedad de la casa como regalo de bodas. Será en el año 1775 cuando el nombre de dicho caserón pase a ser, o al menos a aparecer, en los documentos legales como Etxeaundia.

Más de cuatrocientos años de historia cuyos protagonistas directos han sido sus últimos inquilinos. Se trata de la familia de Julián Zinkunegi y sus sucesores. Julián llegó de Errezil a Lizartza con tres años de edad. Zinkunegi vivió en alquiler durante años en el caserío Etxeaundia y su procedencia hizo que más de uno conociera su casa como Errezilenea.

Joxe, el hijo de Julian, fue su sucesor y tras casarse con Leontxi, crió allí mismo a su familia. Cinco hijos que sacó adelante gracias al trabajo que realizaron él en la papelera de Lizartza y ella, con los animales, la huerta y en la cocina. De los cinco hijos de Zinkunegi, José Luis compró hace cinco años la propiedad de este magnífico caserío, de más de trescientos metros cuadrados de planta.

Madera de Ucrania

El enorme valor histórico del caserío, y el gran cariño que José Luis sentía por el mismo, hizo que junto a su mujer María Jesús se embarcaran en el nada desdeñable reto de restaurarlo. Alrededor de quince meses de obras y un presupuesto que se desbordó. Al tratarse de un edificio que aparece en el inventariado del catálogo de bienes históricos de Gipuzkoa, han tenido que respetar las características de la construcción. Una de ellas ha sido mantener la estructura de madera.

El tejado era precisamente la parte más deteriorada de la construcción. En la restauración de las vigas que contenía se han utilizado maderas traídas expresamente desde Ucrania y el resultado de la decoración de la fachada es digno de ser admirado. La Diputación de Gipuzkoa ha sido una de las entidades que ha subvencionado la restauración del caserío. Los propietarios están pendientes de la respuesta de la alcaldesa de Lizar tza que, según indican, hace un año les habló de la posibilidad de una ayuda por la restauración de la fachada.

En todo este tiempo, Leontxi, María Jesús, José Luis y los hijos de ambos han tenido que vivir fuera de Etxeaundia. «Tendremos que limpiar mucho cuando volvamos, pero el esfuerzo ha merecido la pena». Etxeaundia se muestra hermoso y aún más cuando el sol luce en el cielo de Lizartza.

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