martes, 3 de enero de 2012

El río Deba fue una autopista

Entre los siglos XV y XVII fue la gran vía de unión entre la Meseta y el Cantábrico. Era navegable en sus últimos doce kilómetros y todavía quedan en pie varias lonjas, como la de Maaspe
DV 03.01.12 - 02:01 - FELIX IBARGUTXI | DEBA.


El río Deba -navegable entre su desembocadura y el barrio elgoibartarra de Altzola- fue una gran autopista comercial entre los siglos XV y XVII. Por allí salió la lana de Castilla hacia el mar, hacia Flandes; por allí se transportó el famoso acero de Mondragón hacia Sevilla y hacia las Américas; en dirección contraria, por esas aguas subió la grasa de ballena hacia Castilla.

La semana pasada se presentó en Deba el libro 'Deba, una villa de vocación marinera y mercantil (siglos XV-XVII)', que informa al detalle de la faceta comercial de esta vía fluvial.

Tradicionalmente, han sido navegables los últimos doce kilómeros. Desde la desembocadura hasta Sasiola, la navegación es muy cómoda, ayudada por las mareas. A partir de ahí, hasta Altzola, hacen falta pértigas. El transporte se hacía mediante unas embarcaciones de fondo plano, llamadas en euskera 'alak'. Existe un viejo término que también ha llegado hasta nuestros días: 'alaga'. Era la pértiga de madera con punta metálica que se usaba para impulsar la embarcación.

El transporte fluvial resultaba muy ventajoso: mientras una mula podía transportar hasta 150 kilos, una embarcación era capaz de acoger cerca de 1.000.
Según cuentan José Antonio Azpiazu y Javier Elorza en su libro, publicado gracias a la beca de Ostolaza Kultur Elkartea, la población de Deba «tuvo una posición de privilegio en las relaciones comerciales entre la Meseta y el Cantábrico». Desde el interior hacia el mar, se comercializaba el hierro y el acero de la provincia, la lana de Castilla y el trigo de Vitoria-Gasteiz); desde la mar hacia el interior, circulaban la grasa de ballena, el pescado (sobre todo el bacalao) y los paños.

La conexión Vitoria-San Sebastián era mayormente por el valle del Deba, y no por la cuenca del Oria, como lo es en la actualidad. Un texto antigua lo relata así: «Desde la dicha çiudad de Vitoria y villa de Vergara se conduce para la de San Sebastián con mucha comodidad el trigo por la vía de la dicha Alçola y Deva en varcos y pinaças y en más cantidad que no en cavalgaduras por la vía de Santadrián, Segura y Tolosa».

Pero eso es agua pasada. Hoy en día, al margen de algunas personas en busca de angulas, nadie transita por las aguas del río Deba. Aún así, lo que son las cosas, los testigos más antiguos recuerdan que hubo carreras muy populares de 'alas', que, impulsadas por las mencionadas 'alagas', llegaban hasta Mendaro.

«La vida en el cauce de la ría debió de ser extraordinariamente rica, tanto en la fabricación de naos como en el transporte y pesca», han dejado escrito Azpiazu y Elorza. Se trataba de una sociedad violenta, y los viejos legajos dan noticia de abundantes sucesos trágicos. Por ejemplo, el acaecido el 6 de agosto en 1542, cuando Madalena de Zubialde recibió «una estocada en la ingle mortal» ante «muchos testigos». Acudió un cirujano, quien apreció que se trataba de una herida incurable, y de hecho la mujer expiró en presencia de dichos testigos.

La ría de Deba era una importante vía de salida para el hierro trabajado en las ferrerías. Oñati, el condado controlado por el linaje de los Gebara, también se valía de esa salida al mar. El año 1531, Juan de Lastur, maestre de nao vecino de Deba, se compromete con el mercader oñatiarra Nicolás Pérez de Lazarraga a navegar a Sevilla. Acuerdan transportar a la capital hispalense 396 cabos de hierro, cinco cajas de herraje y otras mercancías.

Otro elemento que con frecuencia viajaba en las aguas del río Deba eran las armas destinadas a la Corona española. También bajaba por el cauce fluvial el apreciadísimo acero mondragonés, «cuya calidad pone Garibay a la par del acero de Milán, con la ventaja de que el procedente de Arrasate se podía reutilizar sin menoscabo de su calidad». Los historiadores Azpiazu y Elorza se han topado con que el año 1539 se menciona una embarcación que lleva ese acero a la ciudad francesa de Nantes. Pero la referencia más directa y frecuente para los mercaderes vascos era Sevilla.

La grasa de ballena -el llamado saín, procedente sobre todo de Terranova- también transitó con frecuencia por el Deba. El tráfico de esta mercancía con destino Vitoria era constante. Generalmente, el saín partía de San Sebastián, luego recorría todo el Valle del Deba hasta el puerto de Arlaban.

El comercio de la lana fue otro de los pilares. Procedía básicamente de Castilla, pero la zona de La Rioja también tenía su importancia. Existe un documento de 1547 que informa del traslado de cinco sacas de lana de Ezcaray a Altzola. También hay constancia de un traslado desde Gatzaga hasta Deba, de nada menos que 344 sacas. La localidad cercana al Alto de Arlaban tuvo también una gran importancia comercial.

Elemento imprescindible para el desarrollo del comercio eran las lonjas. Se trataba de inmuebles destinados al almacenamiento y custodia de los productos que manejaban los mercaderes. Hubo bastantes, y la lonja por excelencia es Maaspe, un edificio que ha pervivido hasta nuestros días. Su nombre significa en euskera «Debajo de las viñas». Como dicen los autores del libro, «este inmueble permanece hoy en día milagrosamente enhiesto, tras soportar todos los embates que en aras de la modernidad ha sufrido la zona donde se asienta (trazado del ferrocarril, carretera, alineación de riberas, encauzamiento del río, etc), así como por fenómenos naturales (riadas, tempestades...)».

Personajes muy europeos

En la presentación del libro, los autores ofrecieron al público debarra varias anécdotas muy ilustrativas, como la del testamento de Martín Alós de Amilibia, hombre de mar nacido en 1480. Al sentirse mal, redactó en un testamento cerrado el destino que se les debía de dar a las monedas de un pequeño cofre. Y la variedad de monedas nos muestra un hombre muy viajado: había 'tostones' de Venecia y Génova, 'gruesos de cruces' ingleses y piezas de la Liga Hanseática, del norte de la actual Alemania. «Quiere decir que los debarras de entonces andaban por Europa como por el pasillo de su casa», comentó Elorza.

El historiador de Soraluze residente en Elgoibar se refirió también al «primer caso de secuestro político conocido en Gipuzkoa». Se trata de la retención por la fuerza del azpeitiarra Juan Martínez de Olano, a cargo del señor Ruiz de Olaso, cabecilla del bando gamboíno. El secuestrado pasó la primera noche en el caserío Garate, de Elgoibar, y de allí fue trasladado hasta Bermeo.

El infortunado era un activo miembro de la Hermandad, contraria al poder de los nobles banderizos. Así las cosas, la Hermandad comenzó a mover los hilos para conseguir la liberación. Se pusieron en contacto con el vicario de Mutriku, Gonzalo de Mezeta, que era pariente del secuestrador. Y ahora viene el detalle relacionado con Deba: las negociaciones se llevaron a cabo en la torre de Maaspe de esa localidad. Se acordó pagar un rescate de 346 doblones de oro, el equivalente a unos seis millones de euros.

Fuente: El diario vasco

1 comentario:

  1. Me alegro de leerte de nuevo. Desde luego las grandes villas a las orillas del Deba tenían más razón de ser si mediaba tráfico por sus aguas.

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