LA CALLE DE LA MEMORIA
Vivencias del 2 de mayo en San Sebastián.
1808 Godoy ordenó abrir las puertas de la ciudad al ejército francés.
02.05.10 - 02:15 - JAVIER SADA
No parece aventurado el citar que aquellos días próximos al 2 de mayo de 1808 hubo más visitas de las habituales a los popularmente conocidos 'retretes de Napoleón', ubicados en la subida al Castillo por la parte de San Telmo, en el baluarte del Mirador.
Aunque la noticia de lo ocurrido en Madrid llegó a San Sebastián siete días después de haberse producido, y sin darle la población la importancia que en realidad tenía, el ambiente en la ciudad estaba lo suficientemente alterado como para sembrar la inquietud entre civiles y militares.
Hacía tres meses, concretamente el 6 de febrero, que los franceses se habían instalado en San Sebastián, siguiendo órdenes de Manuel Godoy, no sin que se produjera cierta resistencia por parte del Duque de Mahón, Comendador General de Gipuzkoa.
Por eso los donostiarras, que tenían como amigo al Príncipe de Asturias, futuro rey Fernando VII, celebraron la caída de Godoy y cuando conocieron la abdicación de Carlos IV, el 25 de marzo, sacaron a la calle a los pregoneros anunciando bailables, corrida de toros, salvas de cañón, cohetes y repique de campanas.
Los propios oficiales españoles, dos días más tarde, organizaron un baile, con cena incluida, presidido por las banderas de Francia y España con grandes letreros en los que podía leerse «¡Viva Napoleón! y ¡Viva Fernando VII!».
Pero la historia tomaría otros derroteros y a los días de júbilo siguieron jornadas pesimistas cuando se conoció la presencia de la familia real en Bayona, ciudad a la que llegaron a través de nuestra provincia.
«Los espíritus están exaltados por Fernando VII», escribiría el general Thouvenot que a la vista de los hechos acababa de ser nombrado Comandante General, sustituyendo al duque de Mahón. Hacía un par de días, el 30 de abril, dicho general ya había comunicado al Príncipe de Neuchatel que «se está extendiendo el rumor de que los Borbones han dejado de reinar en España» y hasta las mujeres se pusieron de acuerdo para organizar una novena pidiendo por Fernando VII. Novena que, por cierto, Thouvenot consideró improcedente y ordenó que no se celebrara.
Corrían rumores de que los donostiarras preparaban una insurrección y todo colaboró a la ruptura de la cordialidad que hasta entonces había existido entre la población y el ejército español con el francés. El propio general Thouvenot, por lo que pudiera pasar, abandonó su residencia en el centro de la población para refugiarse en el Castillo y acuarteló a todos sus hombres.
Todo sucedió muy rápido. Si lo ocurrido en Madrid el 2 de mayo llegó a oídos de los donostiarras el día 9, el gobierno francés autorizó a Thouvenot, el día 11, para que fuera extendiendo la voz de que José Napoleón sería nombrado rey de España y San Sebastián, el 2 de julio, sería la primera ciudad requerida para proclamarlo como Soberano.
'Pepe Botella' llegó a San Sebastián el 9 de julio y conocedor de la opinión que sobre él había en la ciudad, que encontró vacía puesto que sus vecinos la habían abandonado para no recibirle, en un intento de ganarse a la población llamó a los alcaldes pidiendo una lista de necesidades, pero nadie le hizo petición alguna.
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