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A partir de mediados del siglo XIX las más altas instancias aristocráticas del momento eligen Zarautz como destino turístico. Esto influye notoriamente en la vida y evolución de Zarautz. Durante largos años numerosas personas poseedoras de innumerables títulos nobiliarios han veraneado en Zarautz.
La Reina Isabel II comenzó a veranear en Zarautz a mediados del siglo XIX. La extensa playa, la cercanía con Donostia y el hecho de que fuese un pueblo aún sin «explotar» influyeron en ello. Tras la Reina fueron muchos los aristócratas y gentes de clase alta las que comenzaron a pasar los meses de verano en Zarautz. El Marqués de Narros, don Pascual Madoz, la Reina Maria Cristina, el Rey Alfonso XIII o la Duquesa de Alba entre otros muchos, veranearon en Zarautz.
Esta circunstancia hizo que la vida y la fisonomía del pueblo se transformasen e influyesen notablemente en el presente y futuro del pueblo. Muchas calles, plazas o edificios actuales se deben a la estancia de estos ilustres personajes en Zarautz. La influencia que tuvieron en el pueblo fue muy amplia. Al principio se hospedaban en el afamado Gran Hotel, pero con el paso del tiempo comenzaron a construirse sus propios palacios o chalets a pie de playa. Muchos de estos edificios siguen hoy en día en pie, como el Palacio de Narros, Villa Maria Pilar, donde se alojaban Fabiola y Balduino de Bélgica, o Villa Gerena, propiedad del conde de Gerena. Sanz Enea, Villa Mar y Sol o Aiala Haundi completan esta lista. Muchos otros han sido derribados para dar paso a construcciones más modernas de apartamentos. La mayoría de estas edificaciones se ubicaban en la zona de Mendilauta, por dos razones principales: la primera, la cercanía con la playa y la segunda, que la mencionada zona se encontraba alejada de lo que en esa época era el núcleo urbano, creándose así un « oasis de clase alta». La relación que mantenían con el pueblo y sus gentes era desigual y dependía en gran medida de los intereses y personalidad de cada uno de ellos. Muchos de ellos se inmiscuían, sobre todo, en las fiestas y celebraciones en la vida del pueblo. Incluso llegaban a invitar a todos los zarauztarras a sus celebraciones particulares. Por el contrario, la relación de muchos otros se limitaba a contar entre su servicio con gente del pueblo que realizaban todo tipo de trabajos para los aristócratas. Las mujeres trabajaban como sirvientas o en el cuidado de los niños. Entre los hombres las ocupaciones más comunes eran las del cuidado de los terrenos o incluso de sus hogares en los meses en los que los dueños se encontraban fuera. Otros muchos chicos se ganaban pequeños sueldos trabajando como caddys en el Golf. Esta solía ser la única forma que tenían de poder entrar al recinto. Y es que el primer empleo de muchos zarauztarras fue el de servir de diferentes maneras a la aristocracia.
La creación del Real Golf Club de Zarautz en el año 1916 estuvo relacionada con la estancia en el pueblo de la mencionada aristocracia. Casi todos ellos pasaron a formar parte de la larga lista de socios titulados de las más altas esferas. El Club de Golf funcionó como polo de atracción para que cada vez más gente de la clase alta se acercasen a Zarautz.
A partir de la década de los sesenta comenzó a descender la presencia de esta gente en el pueblo. Muchos de ellos eligieron como nuevo destino de veraneo las tranquilas costas Mediterráneas, dejando atrás las bravas aguas del Cantábrico.
Hoy en día siguen siendo muchas las personas que nos visitan en verano, muchas de ellas descendientes de aquellas familias que antaño dieron fama internacional a Zarautz, legado en gran parte de la belleza de la villa y hospitalidad de sus gentes.
Extracto de "Mendilauta y la aristocracia", publicado por Antxón Etxeberría en D.V.
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